miércoles, 19 de agosto de 2015

Preguntas Frecuentes

Preguntas Frecuentes

¿Qué tipo de bicicleta necesito?
Importante es que la bicicleta sea de aluminio, que tenga los orificios para instalar parrillas si fuera el caso y que esté en buenas condiciones para afrontar una travesia de mínimo 3 semanas.

¿ Qué tipo neumáticos necesito?
Los neumaticos deben ser de 2.0 ó 2.10 de ancho y prefiriendo la rodada debemos escoger una caluga de perfil bajo, ej. Kenda Smoll Block.

¿Cuántos días necesito para pedalear por la Carretera Austral?
Aunque depende de cada uno, se avanzan unos 55 km diarios en promedio. Con esta base se pueden calcular los días en forma aproximada.

Siempre la duración total del viaje dependerá de cuanto tiempo dispongamos para hacerlo.

¿Cómo es el clima?
Se producen 4 situaciones de clima.
-       De Puerto Montt a Coyhaique es lluvioso
-       De Coyhaique a Cochrane es soleado
-       De Cochrane a Villa O’Higgins va cambiando a lluvioso
-       De Puerto Natales a Punta Arenas es frio y ventoso.

Cabe destacar que el clima es muy cambiante en la Patagonia pudiendo pasar de un dia soleado a lluvia en tan solo un par de horas.

¿Dónde puedo ver el clima?

Siempre se debe revisar el pronostico del clima antes de una travesia como estas. Nosotros recomendamos el sitio web TuTiempo.net. Se busca la cuidad y arroja el pronostico a 15 días con información detallada.


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Ve más información y fotos de la ruta en nuestro Facebook Carretera Austral en Bicicleta


martes, 3 de diciembre de 2013

Los invitamos a visitar nuestro fanpage en facebook donde estamos publicando información que les podría ayudar a planificar la ruta.

Saludos
Cristián

 FanPage Carretera Austral en Bicicleta


martes, 6 de agosto de 2013

ALCANTARILLA EL ABUELO - VILLA CERRO CASTILLO

Alcantarilla El Abuelo - Villa Cerro Castillo ( 50 km aprox.)

El frio nos despertó temprano y a las 8 en punto un auto nos toco la bocina. Preparamos desayuno y por primera vez lo tomamos envueltos en nuestros sacos. Nos abrigamos bien y partimos.






El día estaba igual al anterior, semi nublado. A las 10:00 hrs. seguía helado, el camino estaba rápido porque era de una apretada arenilla y casi plano. En medio de bosques no se lograba ver más allá de los arboles hasta que sin darnos cuenta comenzó un descenso que nos llevó a un improvisado mirador. Estábamos a mucha altura por eso sentíamos frío.

Un puente que veíamos en lo bajo del valle nos confundía y nuevamente sacábamos el mapa para confirmar la ruta. Aunque sagradamente todas las noches analizábamos la ruta del día siguiente, este tramo fue el mas confuso que hicimos. 




El descenso fue tranquilo aunque con un poco de frío. Al final, la primera casa del tramo nos da la bienvenida al valle, el camino enfila hacia el puente pero se desvía a la derecha para adentrarse en el valle.

Lentamente el camino fue alcanzado el nivel del río y lo bordeó casi toda la ruta. Nuestro pedaleo se hizo lento, aunque el camino estaba solido tenía muchas piedras que hacían áspero nuestro avance. Por primera vez nos dolía el "trasero" y nos vimos obligados a parar en un mirador para reponernos. Una vez allí nos dimos cuenta que íbamos tan concentrados en pedalear que    habíamos pasado por alto la magia del valle. 

El valle y en especifico el río tiene un bosque muerto en su lecho producto de una erupción del Volcán Hudson. La ceniza acabó con el bosque que no pudo regenerarse. En Villa Cerro Castillo nos dirían también que el camino en ese sector está sólido producto de la ceniza de esa erupción.





Volviendo con la ruta, el camino continuo plano sin tobogán y lentamente el río se fué adentrando en la rivera norte del valle. A medida que avanzábamos mirábamos los cerros e intentábamos deducir hacía dónde continuaría el camino más adelante y de apoco un viejo conocido nos indicaba que estábamos cerca de nuestro destino. No estábamos seguros que fuera el pero casi al final de este tramo nos encontramos con los segundos ciclistas Chilenos que iban hacia el sur y nos confirmaron que aquel imponente cerro que tocaba las nubes era El Cerro Castillo. 






Increíblemente después de identificarlo, el pedaleo ya no era monótono y nuestras caras eran de alegría. Al final del plano, curva a la derecha y llegamos a un estrecho puente que cruza la desembocadura de la Laguna Verde. Sus aguas son increíbles, parada obligada para tomar fotos. Estuvimos un buen rato allí mirando lo bello del paisaje. Continuamos por la empinada cuesta que nos deja ver el valle en todo su esplendor, paramos  nuevamente a inmortalizar el momento.









De aquí en adelante el camino es con subidas y bajadas  muy pronunciadas, siempre con un bosque de pinos rodeándonos. En el portezuelo de este primer cerro el bosque se abre para mostrar la majestuosidad de la Laguna Verde, su color y aun más su reflejo son impactantes. Que suerte de aquellos que lleguen a este lugar con un sol radiante.




Luego de esta parada sigue una bajada muy larga con curvas ( siempre sobre tierra). Aquí nos topamos con los terceros ciclistas chilenos que iban hacia el sur.

Como ya habré dicho antes, hay un lema que siempre se hizo presente en este viaje... "Todo lo que bajes, lo tienes que subir y viceversa". El gran descenso que hicimos lo tuvimos que volver a subir para cruzar el siguiente cerro. Los anuncios de un camping en este sector nos hacían dudar de seguir pero la meta era llegar a Villa Cerro Castillo. Nos costó mucho subir, sobre todo porque el camino es muy malo, lleno de hoyos y piedras grandes que mueven toda la bicicleta. Todo este tramó y el del día anterior nos hicieron recordar la bajada desde Chile Chico, el Paso Las Llaves y el viento que nos pego ese día. Lo recuerdo con nostalgia.

De vuelta con esta ruta, cuando logramos llegar arriba la vista era magnifica, el Cerro Castillo imponente tocando las nubes que nos negaban el calor del sol. Hacía el oriente el valle del Río Ibáñez nos hacía recordar en comienzo de nuestra aventura, cada vez estábamos más cerca de terminar. En este punto, estábamos a un par de kilómetros de nuestro destino del día y para nuestra motivación personal, puro descenso hasta el pueblo.





Después de muchos días de pedaleo sobre tierra, nos volvíamos a encontrar con el pavimento. Sentíamos como si hubiésemos vuelto a la civilización.

Nuestros ciclistas coterráneos nos habían dado un dato de camping al final del pueblo. Llegamos tan agotados que simplemente nos fuimos a ese y la verdad muy bueno. Había harta gente, muchos extranjeros.

Preparamos nuestras cosas, nos bañamos y partimos a comer algo. Con tanta hambre no teníamos ganas de cocinar, solo de comer. Escuchábamos música cerca del camping, indicio de que se estuviera celebrando la semana del pueblo y eso significaba comida gratis!. Vimos un tumulto de gente afuera del gimnasio y el olor de la carne era inconfundible. Nos acercamos y preguntamos si había que pagar algo para comer. Antes que nos respondieran ya estábamos con un trozo de carne en la boca, atorados y pidiendo bebida. Por lo general estas cosas son gratis   en todos estos pueblos.




Es una especie de buffet patagónico con mucha carne, ensaladas, bebidas y obviamente con vino. Todo gratis.

Para reposar la comida hicimos el recorrido de costumbre cuando llegábamos a cada pueblo y nos fuimos a acostar, ya era mucho para ese día.

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viernes, 29 de marzo de 2013

PUERTO RIO TRANQUILO - ALCANTARILLA EL ABUELO

Puerto Río Tranquilo - Alcantarilla El Abuelo (73 km aprox.)

Dormimos súper bien y no queríamos levantarnos pero la ruta debía continuar. Tomamos desayuno junto a un español, con quién tuvimos una grata conversación. Llego a Chile vía aérea desde Brasil para juntarse con unos amigos y pedalear de Puerto Montt hasta Ushuaia. Lamentablemente sus rodillas le jugaron una mala pasada, llevaba casi 3 meses varado ahí producto de una tendinitis a sus rodillas.

El día se presentaba semi nublado pero como siempre en Puerto Río Tranquilo, corría un fuerte viento. Nos despedimos de Marcela, la dueña del hospedaje y empezamos el pedaleo en contra de nuestra voluntad. Cruzamos la cancha del pueblo, paramos a comprar el almuerzo oficial y llegamos a la calle principal que es la ruta 7. Nos llamó la atención la cantidad de mochileros que esperaban movilización algo raro pasaba pero no lo sabríamos hasta llegar a Villa Cerro Castillo. 




Inmediatamente al salir del pueblo empezaba el tobogán, siempre bordeando el Lago Gral. Carrera que nunca dejó de impresionarnos por el color de sus aguas. La primera parada fue en una llamativa caída de agua para abastecernos. Nos topamos con muchas casas abandonadas en el camino y les recomendamos no ocuparlas a no ser que sea una emergencia. Por lo general El Ratón de Cola Larga habita estas casas contagiando el hanta. El virus se transmite vía aérea por el polvo de sus fecas y de no ser tratado a la brevedad causa la muerte. 




Después de varios kilómetros dejamos atrás al lago y llegamos hasta el cruce hacía Bahía Murta. En el centro del cruce había una llamativa construcción que nos parecía apropiada para pasar la noche, nuestras mentes ya se habían acostumbrado a buscar lugar donde dormir… El sol luchaba con las nubes para darnos calor, el viento ya había pasado y el camino se veía mejor rodeado de arboles. 


Continuamos nuestro camino hacia el norte a través de una arboleda enorme y antes de tomar nuevamente el ritmo nos topamos con los primeros ciclistas Chilenos. Eran 4 amigos de Valdivia, 2 hombres y 2 mujeres. Empezaron en Coyhaique y trataban de ir rápido hacía el sur porque no tenían muchos días de vacaciones.  Cruzamos información de la ruta para ver que era lo que nos esperaba y seguimos. Al poco andar se nubló, bajó la temperatura y si mal no recuerdo hasta garuga nos cayo, el camino rodeado de arboles lentamente retomaba su forma de tobogán y cada kilometro tenía su encanto a pesar del frío. 





Aproximadamente en el kilometro 35 el camino se puso plano y duro, tratamos de aumentar el ritmo pero habían muchos hoyos. 2 rectas muy largas marcaron este tramo para luego bordear un cerro que hizo encontrarnos con un río inmenso. Paramos varias veces a admirar el paisaje, una de las reglas que nos impusimos al comienzo de esta aventura, las fotos son parte de la historia del viaje pero las sensaciones que vives estando en el lugar son inolvidables. Solo piensen que estoy relatando un viaje que hicimos hace 14 meses. 



Continuando con la ruta, en el kilometro 50 aprox. se alejaba el río para adentrarnos en un frondoso bosque de arboles enormes, las horas de pedaleo ya pasaban la cuenta y el reloj nos presionaba psicológicamente para encontrar un buen lugar donde acampar. Antes de entrar al bosque nos volvimos a abastecer de agua en un arroyo y enfrentamos el falso llano. Hasta aquí el camino había tenido de todo tobogán en todas sus versiones, gravilla, piedras y tierra suelta, también largas rectas y hoyos pero venía lo mejor. 





A medida que avanzábamos por el falso llano tratábamos de identificar hacía donde continuaba el camino pero era imposible con tanto verde. A los 400 mts. de comenzar venía una curva a la derecha y cuesta, 50 mts. más y a la izquierda más empinado, no lo podíamos creer, ya estábamos muy agotados como para tener que hacer estas subidas ahora. El camino era malo y angosto, tratábamos de pedalear lo más afuera posible porque la humedad había endurecido la tierra. Recuerdo que pasaron varios autos justo en el sector más angosto y el bosque eran tan frondoso que los Pangues y Elechos salían al camino. Avanzamos otros pocos metros y miramos al frente, venía una subida que parecía muralla, literalmente. Debió tener unos 30 mts de largo, nos dimos ánimo mutuamente y pedaleamos fuerte, cuando llegamos arriba, venía otra peor, y cuando pasamos esa casi nos da un infarto saber que venía otra aún peor. No lo podíamos creer, el corazón lo teníamos en la boca por el esfuerzo de hacer las 3 cuestas seguidas. Menos mal la tercera era la ultima y nos tenía de regalo un mirador hacía el valle con un lindo sol. Aquí paramos largo rato para recuperarnos, sacamos el mapa para saber donde estábamos pero era todo confuso porque no concordaban los nombres de los ríos. Pero de algo si estábamos seguros, estábamos a mitad de camino de Villa Cerro Castillo. 



Después de las cuestas continuaba una bajada bien empinada con contra curva hasta llegar a un puente. Bajamos con mucho cuidado porque el camino estaba con mucha piedra suelta. Paramos en el puente a tomarnos fotos, el sol amenizaba la ocasión mientras mirábamos lo profundo que pasaba el río en a través de las rocas.





Seguimos y al poco andar nos encontramos con la casa que nos habían comentado los ciclista Chilenos, ellos acamparon aquí. El hombre tenía unos perros muy bravos por lo que decidimos continuar y quedarnos al costado de la carretera. El camino de a poco se volvía más rápido y las subidas se convirtieron el falsos llanos. Bordeamos un río por varios metros hasta que finalmente se abrió para tomar una larga recta. En este sector pedaleamos fuerte aprovechando el camino duro, tenía hoyos pero igual ibamos a 30 km/h. Cubrimos fácilmente unos 10 km a ese ritmo en poco tiempo, vimos un lugar para acampar a la entrada de un campo pero no teníamos agua cerca, lo pensamos harto y seguimos. Volvimos a entrar a un bosque, al costado una laguna, lo acompaño una bajada en S y en la salida de la contra curva había un lugar preciso para acampar pero lo encontramos peligroso. Ya eran las 19:00 hrs. y necesitábamos con urgencia armar la carpa. Mire hacía adelante y le dije a mi hermana; "Iré hasta ese alto y te haré señas si veo algo mejor". Continúe por el camino hasta la alcantarilla El Abuelo, era un arroyo que tenía una amplia zona para estacionar, aquí pasaríamos la noche.

Armamos la carpa y cada uno a lo suyo, mi hermana a preparar comida y yo a buscar leña para hacer fuego y tratar de secar la ropa que traíamos puesta.





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lunes, 11 de febrero de 2013

PUERTO RÍO TRANQUILO - MIRADOR GLACIAR SAN VALENTIN

Puerto Río Tranquilo - Mirador Glaciar Monte San Valentín (104 km. ida y vuelta)

Debo confesar que cuando regresamos a tranquilo dije; "Este camino si que es la Verdadera Carretera Austral que conocí en historias y revistas".

Nos levantamos temprano como de costumbre, entre 8:00 y 9:00 hrs., tomamos un buen desayuno y partimos. El día se presentaba nublado y con harto viento.

Compramos el almuerzo oficial (galletas, pan y cola-cola) y salimos por la ruta que lleva a Bahía Exploradores. Estaba helado y los arboles nos protegían del viento, pedaleamos sin parar hasta el Lago Tranquilo, nos detuvimos en el mirador para hidratarnos y contemplar el Lago. 




Pasamos la loma que geográficamente lo contiene, sigue una bajada con curva y empieza a cambiar el paisaje. De a poco en los cerros van desapareciendo los pastos amarillos, aparecen pequeños pinos, muchos arboles secos y el camino continua en tobogán a través del estrecho valle. Las nubes lentamente nos fueron negando el sol para hacernos sentir débiles frente al viento que no molestaba pero que traía consigo el frío. Pedaleamos largo rato hasta ver el primer ventisquero y la verdad no teníamos idea que hay varios en toda la ruta. Sacamos la cámara e hicimos varias tomas del hielo, para verlas con mas detalle en la pantalla. Impresionante.






Continuamos la ruta bien motivamos por lo que estábamos viendo, el sol lograba vencer a las nubes en algunas batallas y nos regalaba tramos de grata temperatura. Llegamos a la Cascada La Nutria, parada obligada para tomar fotos y abastecernos de agua. Aquí nos topamos con varios turistas en auto y que la verdad no transitan mucho por esta ruta ya que no es muy conocida a pesar de su belleza. 




El camino cada vez se presentaba mas duro, aunque poca calamina, tenia bastantes piedras y hoyos. Al avanzar los kilómetros me dolía el hombro izquierdo, paramos un par de veces para calmar el dolor hasta llegar a un sector donde el valle se encajonaba bastante. Nos llamó la atención la forma de las algunas piedras que eran enormes murallas lisas y por las cuales caía agua, aprovechamos de comer algo porque no me sentía muy bien.




En este punto los frondosos bosques y la selva patagónica ya se habían adueñado por completo del paisaje. Paramos largo rato y al continuar seguíamos viendo estas murallas de roca lisa, parecía que alguien las hubiera pulido por años. El valle se amplió por un momento para mostrarnos majestuosamente otro Ventisquero en lo alto. Paramos nuevamente pero esta vez para contemplarlo, son increíbles.




Después de esto el valle se volvió a encajonar para mostrar el Lago Bayo a la derecha, el camino cambió de material, ahora muy parecido a la gravilla. Mirábamos el cielo y cada vez nos presionábamos más psicológicamente para llegar pronto a destino antes de que lloviera. Vimos muchos lugares ideales para acampar pero teníamos una meta clara… llegar al Mirador del Glaciar Explotadores.



De vez en cuando una llovizna caía sobre nosotros, apretaba la gravilla para volver más rápido nuestro pedaleo aunque sentíamos frío. Sabíamos que estábamos cerca de la meta cuando empezó un tobogán con subidas bien marcadas y en cornisa contra el río. Cruzamos el Río Deshielo y vimos un buen lugar para acampar al costado del puente, el camino se volvió plano a través de un frondoso bosque que no dejaba ver lo que había mas adelante, avanzamos unos metros cuando de la nada aparece el refugio del mirador. 

Estábamos felices de haber llegado a buena hora ya que se nos habría la posibilidad de subir al mirador del glaciar. Dejamos la bicis a un costado, nos preparamos, pagamos la entrada e iniciamos la caminata por el sendero. Nos dijeron que eran 30 minutos de caminata hasta llegar al mirador por lo cual nos apuramos antes que lloviera. El sendero bien entretenido y al igual que todos los parques indicaban los nombres de los arboles y helechos. Casi al final, grandes raíces cruzaban el sendero hasta llegar a un sector de piedras donde te exige esfuerzo y precaución. Ya arriba en el mirador se lograba ver el valle por donde llagamos y al otro lado el enorme Glaciar del Monte San Valentín. Hacía frío pero nos quedamos cerca de 1 hora mirando todo el lugar, esto era realmente hermoso y teníamos la esperanza que las nubes se disiparan tan solo un momento para ver completamente al Monte San Valentín con su glaciar, que dan inicio a Campos de Hielo Norte.




Después de tomar muchas fotografías, aguantar el frío, el viento y la amenazante lluvia, bajamos para ir a armar nuestro campamento. Pedimos agua en el refugio para no quedar cortos y volvimos al Puente del Río Deshielo para acampar a un costado de el, bajo los arboles. Tuvimos que desenganchar los carros para llegar al lugar ya que estaba a muy desnivel del camino y solo existía una huella poco marcada. Una vez abajo armamos rápidamente la carpa, mi hermana a estas alturas has de la cocina preparo una rica sopa de caracolitos y una crema de espárragos para capear el frío. Yo por otro lado luchaba con la leña húmeda para lograr hacer fuego y secar la ropa que traíamos puesta aunque fuera un poco. Costaba tanto hacer durar la llama que llegue a la conclusión que soplar el fuego era un deporte innato de la Patagonia. Estuvimos hasta tarde afuera de la carpa tomándonos un cafe, no sentíamos frío a pesar de estar cerca de un glaciar y a 5 metros del Río que descargaba sus deshielos. Este era tan caudaloso que generaba mucho ruido por lo que era lógico que no dormiríamos mucho.










Sin darnos cuenta ya estábamos despertando al día siguiente, no podíamos entender como habíamos dormido tan bien; cómodos y sin sentir frío.

El día estaba completamente cerrado y para nuestra mala suerte llovía pero la carpa estaba bien protegida por los arboles. Nos preparamos y comenzamos el retorno a Tranquilo en contra de nuestra voluntad porque el lugar era muy agradable. 

Hacía un poco de frío pero al poco andar ya no le hacíamos caso. Nuevamente nos encontrábamos con murallas de roca lisa pero que no habíamos visto en la ida, también de vez en cuando mirábamos atrás y descubríamos nuevos ventisqueros.  Nos abastecimos de agua en la Cascada La Nutria y de a poco le fuimos ganando kilómetros a la lluvia hasta que finalmente nos dejo tranquilos. Nos dolía el cuerpo a raíz de lo malo que estaba el camino en algunos sectores y a medida que nos acercábamos a la salida del valle el viento corría mas fuerte. A nuestras espaldas las nubes cargadas de agua nos presionaban para llegar antes a Tranquilo para poder armar la carpa. Cuando llegamos al pueblo el viento soplaba fuerte, ya casi llovía, estábamos muy cansados, muertos, sin energía. Decidimos quedarnos en el mismo camping pero en el Hospedaje, no teníamos ganas de armar la carpa, solo queríamos ducharnos, comer y estar cómodos para no acordarnos del dolor de espalda.











Compartimos la mesa con un ciclista español que llevaba allí 2 meses producto de una tendinitis en una rodilla. Hacía la ruta de norte a sur con otras personas que se encontraron en el camino, en Cerro Castillo sintió molestias para quedarse finalmente en Tranquilo y esperar recuperarse. Cambiaba el valor del hospedaje por quehaceres domésticos en el mismo lugar y diseños gráficos. Su meta al igual que todos los extranjeros era llegar a Usuahia.




*** CONSEJOS ***
- El camino a Bahia Exploradores muestra varios ventisqueros en lo alto

- Lago Tranquilo está a 10 km del pueblo

- En el km 52 está el acceso al Mirador del Glaciar San Valentín. El valor es de $ 2.500 pesos chilenos.

También ofrecen caminatas en hielo, cuesta $ 35.000 pesos chilenos.

- Kilómetros más adelante se llega a un río donde no hay puente. Hay un hombre que vende paseos a la Laguna San Rafael


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